Justo antes de que nuestro amor se perdiera dijiste:
“soy tan constante como una estrella polar”.
Y yo dije: “constantemente en la oscuridad,
¿por dónde queda eso?
Estás en mi sangre como vino sagrado
sabes tan amargo y tan dulce,
oh, podría beberme una caja entera de ti, cariño,
y todavía me mantendría en pie,
todavía me mantendría en pie.
Recuerdo aquella vez que me dijiste:
“el amor son las almas tocándose”,
sin duda tú tocaste la mía
porque parte de ti emana de mí
en estos versos de vez en cuando.
Me encontré a una mujer,
tenía una boca como la tuya,
conocía tu vida,
conocía tus demonios y tus hazañas
y me dijo:
“ve hacia él, quédate con él si puedes,
pero prepárate para sangrar”...
No hay comentarios:
Publicar un comentario